Homenaje a Olga Orozco por streaming

Con un número reducido de participantes, la secretaria de Cultura, Adriana Maggio, la subsecretaria de Cultura, Dini Calderón y equipo de la Casa Museo Olga Orozco realizaron hoyr -fecha que conmemora el centenario del nacimiento de Olga Orozco-, un homenaje en el ese lugar ubicado en Toay y que fuera la casa natal de la poeta.

Las actividades previstas impulsadas por la Secretaría de Cultura y la Municipalidad de Toay a propuesta del equipo de la Casa Museo, implica una convocatoria y maratón de lecturas en redes sociales durante todo el día con un Instagram live (streaming), a la que se ha sumado el Museo Malba, con el objeto de compartir versos, textos, fotografías y videos de hasta 30 segundos usando el hashtag #OlgaOrozco100años.
Si bien las actividades centrales fueron suspendidas a raíz de las medidas preventivas impulsadas desde los distintos órdenes del Gobierno por causa del coronavirus, esta fecha es muy representativa para los amantes de sus poemas y de ahí la concreción de la convocatoria.

En Google
Hoy Google celebra su aniversario de nacimiento con un doodle que exhibe una ilustración de la autora.

Enlaces
Revista Cultura CFI
https://revista.cultura.cfi.org.ar/noticias/20-anos-de-la-muerte-de-la-poeta-pampeana-olga-orozco/

Diario La Nación
https://www.lanacion.com.ar/cultura/olga-orozco-la-poeta-argentina-marcada-por-la-magia-y-la-espiritualidad-nid2344171

Agencia Télam
https://www.telam.com.ar/notas/202003/441348-100-anos-olga-orozco-celebracion-redes-sociales.html

Su biografía
Olga Orozco nació un 17 de marzo de 1920 bajo el nombre de Olga Nilda Gugliotta, con «sol en Piscis y ascendente en Acuario, y un horóscopo de estratega en derrota y enamorada trágica»; empezó a escribir «en serio» -en sus palabras- a los diez u once años. Su primer libro, «Desde lejos», lo publicó ya instalada en Buenos Aires, en el año 1946: para ese entonces había estudiado en la Facultad de Filosofía y Letras y conocido a Julio Cortázar, Oliverio Girondo, Norah Lange o Juan Ramón Jiménez.
Si algo traza la figura de Orozco (1920-1999) es que su obra puede leerse como un gran poema con una voz propia, subjetiva, que se sostiene en el tiempo. Ella misma reconoció a lo largo de sus libros temas subyacentes, «siempre fueron los mismos – dijo en una entrevista de 1998 emitida por Canal Encuentro-: la búsqueda de Dios, el hecho de acechar más allá de lo visible o lo inmediato, de ampliar las posibilidades del yo; el tiempo y la memoria, sobre todo; la justicia, la libertad, el amor y la muerte ¿no?».
En el prólogo de su «Poesía Completa», publicada por el sello Adriana Hidalgo en 2012, la poeta y ensayista Tamara Kamenszain escribe: «En la recepción en México del Premio de Literatura Latinoamericana Juan Rulfo en 1998, Orozco afirmó que ‘la poesía espera para sí misma la misteriosa gratificación de asir lo inasible y expresar lo inexpresable’. Y probablemente nada sea tan inexpresable como el tiempo de la subjetividad ni tan inasible como la muerte», dos temas cardinales de su obra.
Acaso por la cercanía de tres hermanos que murieron prematuramente, para Orozco la muerte -la angustia, la pulsión- rondó su obra: a su hermano Emilio, que falleció de tuberculosis a los 19, le dedicó «Para Emilio en su cielo»: «Abandonada, su juventud que tiene la forma de tu cuerpo,/ extrañará ahora tus silencios demasiado obstinados,/ tu piel, tan desolada como un país al que sólo visitarán cenicientos pétalos/ después de haber mirado pasar, ¡tanto tiempo!,/ la paciencia inacabable de la hormiga entre sus solitarias ruinas/».
La propia Orozco sostuvo que la memoria y la poesía eran para ella «armas contra el tiempo y la muerte; le voy echando poemas a la muerte para sobornarla».
Luego de su primer libro «Desde lejos», en 1951 publicó «Las muertes» y en 1962, «Los juegos peligrosos», que le valió el Primer premio Municipal de 1963. Emparentada con la llamada Generación 40, a pesar de la diversidad prolífica de sus autores, esta autora surrealista, continuó publicando títulos como «Museo salvaje» (1974), «Veintinueve poemas» (1975), «Cantos de Berenice» (1977), «Mutaciones de la realidad» (1979) y «Con esta boca, en este mundo» (1994), entre otros.
Si bien su obra poética conquistó un terreno en la genealogía literaria, Orozco también cultivó la prosa (los libros de relatos «La oscuridad es otro sol» y «También la luz es un abismo») y se acercó al periodismo con sus notas miscélaneas que publicó bajo ocho seudónimos distintos en la revista «Claudia» entre 1964 y 1974, las cuales fueron reunidas en el libro «Yo, Claudia», cuya selección estuvo a cargo de la poeta y gestora cultural Marisa Negri.
Orozco también se definió alguna vez como una «pintora frustrada» en su relación con la imagen, pero su grandes aficiones fueron el tarot y la astrología: de hecho escribió horóscopos con el seudónimo «Canopus» en el diario Clarín, y el tono esotérico que cubre su literatura se asocia a las premoniciones y videncias que la acompañaron desde pequeña: «yo tuve relámpagos desde chica» le dijo al poeta Jorge Boccanera en una entrevista.
En las anotaciones para una autobiografía que recopila «Poesía Completa», cerca de cerrar el texto, Orozco dice: «En cuanto a mi vida, espero prolongarla trescientos cuarenta y nueve años, con fervor de artífice, hasta llegar a ser la manera de saludar de mi tío abuelo o un atardecer rosado sobre el Himalaya, insomnes, definitivos. Hasta el momento sólo he conseguido asir por una pluma el tiempo fugitivo y fijar su sombra de madrastra perversa sobre las puertas cerradas de una supuesta y anónima eternidad». Fuente. Télam.