En la educación la meritocracia no va de la mano con el esfuerzo personal

Cuando a la hora de hacer esta triste y retrógrada “premiación” solo por una calificación sin tener en cuenta condiciones familiares y sociales, la tan mentada y espantosa meritocracia no es más que una mentira, no por quitar valor al esfuerzo de los y las estudiantes sino porque no todos parten desde el mismo lugar.

Desde hace días se observan múltiples publicaciones y reclamos por medidas tomadas a nivel educativo respecto a algunos puntos relacionados de la denominada “meritocracia” de aquellos alumnos y alumnas con mejores notas a la hora de poder seleccionar colegios o lograr becas.

Claro está, y merece ser aclarado para evitar malas interpretaciones, que es más que valedero el esfuerzo realizado y muy meritorio por parte de los y las estudiantes que logran mejores calificaciones y se empeñan por desarrollar bien sus estudios; ahora bien, ¿tienen todos los y las estudiantes las mismas posibilidades a la hora de estudiar? Y creo que aquí se comienza a reflejar la mentira de la tan mentada meritocracia.

¿Parten de una misma situación los y las estudiantes según el lugar donde viven, las comodidades con las que cuentan, la conectividad, la contención, alimentación, situación social y económica?. Está claro que esta posición lo único que mide es el resultado, premiando siempre a quien le va mejor, pero muy lejos está de desarrollar un análisis más profundo y solidario, menos aún de imaginar los problemas que puede generar en muchos estudiantes.

Sin dudas, en una educación que nivele para arriba, no se debe regalar nada a nadie, por el contrario, el objetivo debe ser contar con profesionales que apoyen a los y las estudiantes para que puedan superarse, pero fundamentalmente se deben comprender los contextos, sobre todos familiares, sociales y económicos, ya que como planteamos antes, el hecho de no partir desde la misma base ya no permite “medir” a todos por igual.

Generalmente, no en todos los casos pero sí en su gran mayoría, se beca a alumnos y alumnas con mejores promedios, y se trata de chicos y chicas con mucha contención y acompañamiento familiar, más allá del esfuerzo propio por estudiar y querer superarse; también es cierto que esos mismos estudiantes cuentan con todas las herramientas para estudiar, con conectividad, y hasta en casos con algo tan simple como un espacio adecuado para poder sentarse, tranquilo/a, a hacer su tarea.

Quienes pregonan por esta meritocracia… ¿pensarán en el alumno o alumna que sale del colegio y debe ir a cuidar a un hermanito/a porque mamá o papá tienen que trabajar para acercar un plato de comida?; ese simple contexto ya marca una diferencia en ese punto de partida a la hora de esta detestable comparación que solo mide resultados, no solo continúa marcando una diferencia sino que sin dudas afecta a muchos estudiantes que se sienten menos por el simple hecho de no contar con las mismas oportunidades.

Sin dudas las comparaciones son odiosas, más en niños, niñas y adolescentes, mucho más si viene de una parte de la sociedad que pretende realizar este tipo de diferencias. Hoy, más que nunca, está claro que lo importante y a tener en cuenta no una nota sino realizar un análisis de la cuestión social, y sobre todo pregonar la solidaridad entre los compañeros y compañeras de aula o curso en lugar de que compitan, de manera desigual, por una beca o una bandera, que lejos está de ser un premio, ya que como símbolo es un orgullo que debería portar todo y toda estudiante más allá de una nota.