La intendenta de General Pico, Fernanda Alonso, visitó armería «La Vega», negocio familiar que desde hace un siglo trabaja en la ciudad.
Oportunamente hizo entrega de una placa conmemorativa por los 100 años de trayectoria del negocio que fundó su abuelo, continuó su padre y más tarde el propio José Luis Fernández, hoy propietario del lugar.
Tres Generaciones
A principios de 1911 dos jóvenes asturianos de Cangas de Narcea, recién casados, salen en barco hacia la Argentina, estableciéndose unos años en Bahía Blanca y Villa Iris. En 1921, don Sabino Fernández y doña Josefa Menéndez, se radicaron en General Pico y dieron inicio a la Armería La Vega.
«Mi abuelo había estudiado de aprendiz de armero en una fábrica que estaba en el convento Santa María de La Vega en Oviedo, España. Es una historia larga y un esfuerzo grande», contó Fernández quien recibió a la intendenta acompañado por su familia.
José Luis Fernández es la tercera generación que trabaja en «Armería La Vega», la fundación de este tradicional comercio piquense fue obra de su abuelo Sabino Fernández. Su padre, don José Fernández Menéndez, lo continuó hasta 1989, José Luis se incorporó en 1976.
“Tengo anécdotas de gente grande que ha venido al negocio: un hombre de 80 años, entró al negocio una vez y recordó que mi abuelo le había llevado la máquina de escribir a Arizona, en una Ford –T. Hay gente que nos compró la máquina hace 50 años y todavía guarda los recibos de esa compra. Mi viejo trabajó en el negocio hasta que falleció en el 89, toda la vida y yo empecé a trabajar en el taller en el 76 cuando estaba cursando los últimos años del colegio Industrial, haciendo las primeras macanas, hasta que fui aprendiendo”.
En cuanto a la continuidad de la armería en la vida de la ciudad, Fernández hace una pausa y con una sonrisa contesta: “viene complicado, porque mis hijos, cada cual tiene su profesión. Hay alguna esperanza en mi hija del medio, pero veremos…”
Un siglo de Historia
Armería La Vega fue testigo de la ceniza que cayó en la ciudad, de las nevadas de la década del 20 y de la llegada del cometa Halley. Convivió con el mítico Almacén Inglés, vendiendo y reparando toda clase de máquinas de escribir y de coser, que todavía hoy muchos atesoran en sus casas, conservando de esa manera una parte de la historia de la ciudad.
Un siglo después, José Luis Fernández todavía continúa vendiendo y arreglando máquinas de coser como lo hicieron antes su padre y su abuelo. Conoce mejor que nadie la historia de una familia de inmigrantes que con trabajo y esfuerzo, acompañó el crecimiento de General Pico.