«No hay peor ciego que el que no quiere ver» dice un refrán español, aunque en Argentina esa frase tiene una particularidad, aquí se ve pero se niega, se maquilla, o se la justifica con el odio hacia el peronismo.
Por Federico Gómez
En el último año el Gobierno de Javier Milei se ha encargado, junto al ministro Caputo y fundamentalmente el blindaje de algunos medios de alcance nacional (con papelones incluidos como la interrupción de una entrevista -Viale- marcando al presidente qué debía y no decir), de explicar que la economía del país va muy bien, que llega una recuperación en V, que se baja la inflación, que los salarios vuelan en dólares, pero la realidad marca que, otra vez y vía DNU (Decreto de Necesidad y Urgencia), quienes se dicen los mejores de la historia vuelven a tomar deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La pregunta aquí es muy simple, si vamos tan bien y la gestión es tan exitosa ¿porqué tomar deuda?, la respuesta también es simple, porque Argentina está quebrada producto de malas decisiones que no solo afectan reservas sino fundamentalmente perjudican a la sociedad.
Los servicios aumentaron -en promedio- un 400%, los gastos básicos se llevan -en el mejor de los casos- el 50% de un salario, los precios de Argentina asombran al Mundo. En ese marco, si bien es cierto que los sueldos aumentan, la verdad es que no lo hacen al ritmo del costo de vida.
Represión, mentiras, negociados y hasta una posible estafa con una criptomoneda parecen no ser suficiente para un sector de la sociedad al que solo le interesa «que no vuelva el peronismo», tal como se lo indican en todo momento los medios de comunicación, quienes obviamente reciben pautas millonarias para defender estos intereses.
Recordando las promesas durante la campaña de Javier Milei, al ahora presidente había dicho que apenas ganara tenía unos 30.000 millones de dólares (mostrando un celular) a disposición del país, pero… nunca llegaron y peor aún, junto a Caputo vuelven a tomar una deuda millonaria que -como siempre- pagará el pueblo.
El DNU no tiene explicación técnica sobre el uso de los fondos que ingresan, tampoco se conoce bien el monto, y el Congreso (un sector) aprueba un acuerdo con total libertad de disponibilidad de los dólares que llegan, con los antecedentes del ministro de Economía, quien ya estuvo con Mauricio Macri, se podría pensar en otra bicicleta financiera y cero inversión en infraestructura o mejorar la calidad de vida.
A pesar de la resistencia al peronismo, o incluso a algún otro partido tradicional, hay muchas personas que la empezaron a ver, más por haber sentido el golpe que por convicción, cierran industrias y pymes, crece el desempleo, los manejos de la denominada «casta» siguen como siempre, los jubilados tienen -en su mayoría- ingresos miserables, se desfinanció por completo a la salud y a la educación, se recorta a las provincias, hay 0 obra pública (no se construyen viviendas, no se arreglan rutas, no se hacen escuelas, hospitales, etc), y eso está a la vista de todos.
Hay que resaltar que Javier Milei supo canalizar el odio de mucha gente que, con razón, se hartó de malos manejos (de algunos dirigentes del Peronismo, del Radicalismo o del PRO), pero el hilo es cada vez más fino y parece estar a punto de cortarse, no con un golpe de Estado ni destituyendo al presidente como se pretende instalar, sino con una realidad que golpea de lleno a la sociedad y que parece no dar para más, ya que de continuar por este camino quedará una Argentina completamente vacía.
Finalmente, y a modo de reflexión, el pertenecer a un partido político u otro no significa que sean todos iguales, como por ahí muchos pretenden a la hora de justificar lo injustificable o llevar agua para su molino, hay mucha gente buena, en todos lados, tal vez haya llegado la hora de mostrar caras nuevas.