Esta parte del mundo vive momentos de mucha tensión, son varios los países con conflictos que, una vez más, involucran a las fuerzas armadas e intereses políticos foráneos intentando de manera autoritaria y antidemocrática ejercer el poder.
Al conflicto en Chile, donde las manifestaciones dejaron a la vista los graves problemas estructurales del gobierno de Sebastián Piñera, que terminó con varios muertos, miles de detenidos y graves denuncias por violar derechos humanos, se sumó la crisis en Bolivia, donde un presidente electo democráticamente debió renunciar ante los aprietes y amenazas de las fuerzas armadas, policía y complicidad de la Derecha de ese país.
Venezuela, aislada y con una grieta que parece no cerrar jamás, vive en conflicto muy severo desde hace ya muchos meses y no sólo interno sino también con países vecinos.
Ahora se sumó Colombia, donde miles de manifestantes (estudiantes, trabajadores, indígenas, sindicalistas) salieron a las calles manifestando en contra de las medidas antipopulares de un gobierno de Derecha que tiene a un presidente muy influenciado por el ex presidente Uribe y por el Gobierno de Estados Unidos.
Lo cierto es que el pueblo colombiano salió a la calle masivamente y eso generó tensión en la dirigencia política, que inmediatamente sacó a la calle a policías y militares, y autorizó a los alcaldes a decretar toques de queda.