La llegada de una nueva elección presidencial se comenzó a sentir en los «grandes» medios de comunicación de nuestro país, en ese marco quedan expuestos los intereses de unos y otros a la hora de «vender» a sus candidatos o de «manchar» a los que van por la vereda de enfrente.
Luego de tantos años, experiencias y la posibilidad de palpar la historia política argentina de los últimos años, no queda más que observar, desde un lugar particular y tomando distancia, las diversas estrategias implementadas por los candidatos.
Están los que se hacen los distraídos y, de un lado, intentan justificar todo lo incumplido que prometieron hace muy poco tiempo, queriendo convencer desde el miedo que lo hecho fue por el bien del país y no de los intereses de los mercados que manejan ese sector. Del otro los que prometen haber cambiado, con discursos casi pacifistas y también destrozando algo innecesario, ya que el propio macrismo y cambiemos se destruyó por si mismo con las nefastas acciones desarrolladas en solo tres años y medio generando desempleo y pobreza.
Lo cierto es que el accionar mediático comenzó a fondo, nuevamente a levantar banderas y defender lo indefendible con tal de obtener un beneficio económico. Las consecuencias de la irresponsabilidad tanto de los políticos como de los periodistas, conductores y panelistas los sufre la gente, el trabajador, el que no tiene trabajo, los niños, los jubilados, en fin… los argentinos.
Una vez más se hace un llamado a la toma de conciencia, lo que se juega en Argentina es muy grande, es el destino de más de 40 millones de personas.