Pautas para el consumo responsable y seguro de productos de pesca

Ante la próxima festividad de Semana Santa, muchas personas adoptan la tradición culinaria de comer pescado como parte de la conmemoración de esta fecha. De esta forma, el consumo de este alimento se incrementa y por eso el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) recordó a quienes lo consumen, a transportistas y comerciantes de este producto, algunas pautas para tener en cuenta con el fin de realizar una elección inocua, evitar su manipulación inadecuada y prevenir enfermedades transmitidas por alimentos.

El Senasa es el organismo encargado de ejecutar las políticas nacionales en materia de sanidad y calidad animal y vegetal e inocuidad de los alimentos de su competencia, así como de verificar el cumplimiento de la normativa vigente en la materia.

Una de sus funciones es intervenir en forma directa en toda la cadena de producción pesquera verificando las condiciones higiénico-sanitarias de los establecimientos donde se faenan, elaboran e industrializan productos, subproductos y derivados de la pesca y la acuicultura.

También, controla el cumplimiento de los requerimientos en los productos importados para acreditar su inocuidad y prevenir el ingreso de enfermedades exóticas con riesgo potencial para los consumidores argentinos.

Asimismo, en los laboratorios oficiales, las y los profesionales utilizan distintas técnicas analíticas que permiten determinar las condiciones de calidad, higiene e inocuidad del producto. Para esto, se trabaja en la detección de elementos nocivos como patógenos, histamina, biotoxinas marinas y contaminantes químicos, entre otros.

Del mismo modo, el organismo controla los principales puertos marítimos de los que provienen los productos que se consumen en el país y que se exportan a diferentes destinos alrededor del mundo: Buenos Aires, Mar del Plata, Necochea, Bahía Blanca, San Antonio Oeste, Puerto Madryn, Rawson, Comodoro Rivadavia, Caleta Paula, Puerto Deseado, Punta Quilla y Ushuaia.

Como resultado, en estos productos de la pesca confluyen todos los controles para que las personas puedan acceder a alimentos saludables y seguros. Consecuentemente, desde el organismo se promueve una actitud responsable al momento de adquirir y consumir estos alimentos, lo cual representa un aspecto clave para acompañar los controles que ejecuta el Senasa con el fin de prevenir enfermedades y resguardar la salud pública.

Recomendaciones para el consumo
Adquirir los productos de la pesca en los comercios; nunca en la vía pública.

No comprar productos de elaboración casera o artesanal que no estén debidamente registrados y autorizados.

En caso de pesca propia, verificar con la autoridad sanitaria local la seguridad de la captura en el área. Conservarlos en hielo durante la pesca y el transporte.

Es preferible consumir los pescados bien cocidos especialmente en individuos más susceptibles (mujeres embarazadas, niños, ancianos e inmunosuprimidos).

Sobre el pescado fresco
Adquirir productos que tengan agradable aroma a mar.

El pescado debe tener las branquias rojas, las escamas bien adheridas al cuerpo y brillantes; su carne debe ser firme y no ceder a la presión del dedo (los filetes deben ser firmes al tacto).

Se puede conservar de 1 a 2 días en heladera y hasta tres meses en freezer.

Los ojos deben ser brillantes ya que la presencia de opacidad o su hundimiento es índice de deterioro.

Las pencas de bacalao salado deben tener aspecto seco y no presentar puntos rojos o negros en su superficie, pues esto indica que han sido atacados por hongos.

Sobre los productos congelados y las conservas
Los productos congelados deben conservarse en freezers (-18º C). En caso de carecer de este medio, guardarlos en el congelador y consumirlos en el día.

No descongelar y volver a congelar los pescados y mariscos. Nunca descongelarlos a temperatura ambiente y, una vez preparados, consumirlos lo antes posible.

Las latas de conserva de productos pesqueros –al igual que otros enlatados– no deben presentar abolladuras, ni estar hinchadas, ni oxidadas. Verificar rótulos, procedencia y fecha de vencimiento.

Sobre los crustáceos, calamares y mejillones
Los crustáceos menores –como camarones y langostinos– pueden presentar un color amarronado-violáceo traslúcido en caso de estar crudos o un rojo intenso cuando se los vende cocidos. Sin embargo, en ningún caso deben presentar manchas negras, olor desagradable o desprendimiento entre cabeza y tronco ya que todos estos son signos de deterioro.

Los calamares deben presentar una piel lisa, suave y húmeda sin manchas sanguinolentas o extrañas a la especie, sus ojos deben ser vivos, brillantes y salientes y su musculatura consistente y elástica.

Al adquirir mejillones enteros frescos u otros moluscos bivalvos las valvas deberán estar cerradas, en este caso, comprobar si con un leve golpe se cierran. No recolectarlos en playas.

Recomendaciones para transportistas
Mantener la cadena de frío y actualizar su registro para el transporte de productos alimenticios.

Transportar los productos en condiciones adecuadas de embalaje y, en los casos que corresponda, con abundante hielo en escamas.

Tener en su poder toda la documentación obligatoria y correspondiente: certificados de amparo sanitario expedidos por el Senasa, y/o la Corporación del Mercado Central de Buenos Aires (para los productos adquiridos allí) y/o guías de tránsito extendidas por autoridades provinciales.

Recordar que los moluscos bivalvos (mejillones, vieiras, cholgas, etc.) deben incluir el número del análisis que se le realizará en el Certificado Sanitario del Senasa: ahí consta que el producto es apto en relación con la toxina paralizante de los moluscos.

Recomendaciones para comerciantes
Mantener las temperaturas de cámaras y freezers dentro de los niveles exigidos.

Que los pescados y mariscos en exposición y en estado fresco cuenten con abundante hielo en escamas.

Mantener permanentemente la higiene del local.

Exigir los correspondientes certificados de Amparo Sanitario de pescados y mariscos extendidos por el Senasa, y/o el Mercado Central de Buenos Aires (para los productos adquiridos allí), donde conste su local como destino final; siempre tenerlos a disposición.