Con el único propósito de ganar una elección y/o acceder a cargos que le permitan vivir con privilegios, muchos políticos generan uniones que, en un corto lapso de tiempo, terminan por romperse ya que no los une una ideología sino un interés personal.
La mayoría de ellos lo hacen desde un sector de derecha, instalando en medios hegemónicos un odio hacia lo popular, inventando noticias falsas y midiendo con diferente vara a los posibles candidatos o candidatas.
Claro está que solo les sirve para estar en el poder de manera temporal, generando medidas que terminan beneficiando a los sectores concentrados y poderosos de la economía y dejando al país y a la gente en general en ruinas, con toma de deuda, cierre de pymes, falta de inversión, poca infraestructura, déficit habitacional, desempleo e índices sociales (pobreza e indigencia) muy altos.
En las últimas horas se conoció una fuerte discusión en el PRO, partido encabezado por Mauricio Macri, a pesar que la presidencia recae en Patricia Bullrich, con indicios de una fuerte ruptura. Incluso el propio Macri, que apoyó más a Javier Milei que a su propia candidata en las últimas presidenciales, ya comenzó a hablar mal del actual Gobierno Nacional, que curiosamente (o no) terminó designando a su adversaria política (que había calificado como «montonera tira bombas») como ministra de Seguridad.
Devenidos, algunos, en Libertarios se profundiza la grieta entre La Libertad Avanza, el PRO, la Coalición Cívica, un sector de la UCR y varias de las habituales caras que se observan en política a lo largo de los últimos 40 años, pasando de un lado a otro sin ningún tipo de ideología propia. Es claro que así ocurra ya que ninguno piensa de la misma manera, solo representan los mismos intereses o responden a intereses que no son los que benefician a la mayoría de la sociedad.